domingo, 3 de enero de 2010


A veces hago las cosas sin saber muy bién porqué,como ahora mismo, por ejemplo, que escribo pero no tengo muy claro a quien debo dirigirme ni que quiero contar.

Sólo sé que nunca he dado nada por perdido, que he hecho lo correcto según las circunstancias y que lo que valoro son las miradas limpias con toda su integridad, La verdad en estado puro.

Por eso me hace daño todo lo indiferente.


Nadie puede obligarte a recordar la vida tal como fué.


Hace años, un tipo llamado Plennie Wingo recorrió 12.875 kilómetros caminando de espaldas.

Lo hizo desde Forth Worth hasta Estambúl. Caminó sin la compañía de nadie y necesitó dos años de travesía hasta que consiguió terminar su viaje. Un viaje en el que, día tras día, se alejaba de todo lo que le rodeaba y se dirigía hacia un futuro incierto al que le daba la espalda.

Al terminar su recorrido le preguntaron por el motivo que e había llevado a realizar tal acción, y él se limitó a responder que prefería andar así para poder ir mirando siempre hacia atrás, contemplando el camino recorrido y no el que le quedaba por recorrer. Según explicó, haciendo ésto conseguiría concentrarse en todas las cosas que ya había hecho, en todos los objetivos y todas las metas que había cumplido, ya que le aterrorizaba la idea de pensar en todas aquellas que todavía no había alcanzado, o las que quizá no alcanzara nunca.

Ya lo dijo Leonard Cohen, el futuro es un asesino.> 

hago mías las palabras de Miguel Ángel gonzalez en su relato corto sin desperdicio.

Por eso éste poema visual que me hace llegar David Estrada desde medellín, significa tanto.

Me gustaría compartirlo, lo que siento, pero mejor,

lo guardo para mí.

Es preciso saber que se renace sólo y aceptarlo, ántes está el tirarse al precipicio, abandonarlo todo, darlo todo, sin más.

El equipaje pesa.



Para poner de nuevo mi contador a cero.


Pepe Ortega 2010. Texto adaptado de Miguel Ángel Gonzalez, premio al relato corto de Vallecas Cuenta 2009.

Feliz año David, te siento cerca.